lunes, 20 de septiembre de 2010

Atentado al Alma

*Consuelo Díaz Barriga S.

Abuso Sexual Infantil, un concepto que nadie quisiera escuchar nunca; una idea que la sociedad quisiera no conocer, no pensar en ello, algo que es mejor ignorar. Sin embargo, es el silencio el campo de cultivo perfecto para esta infamia. Mientras más neguemos que sucede, mientras más nos neguemos a hablar del Abuso Sexual Infantil más armas le estamos dando a los agresores para dañen a nuestros niños.

Hablemos abiertamente del Abuso Sexual Infantil. Existe, es una realidad. Escuchemos a los niños y niñas, creamos lo que nos dicen. Un niño o niña no inventa el abuso sexual, no fantasea con el abuso sexual porque ni siquiera sabe qué es eso a menos que lo viva en carne propia y, aún así, sólo sabe del dolor que le causa y nada más.

El ASI no es vampirismo, no se contagia, no se hereda. Sólo miremos las estadísticas: La mayoría de las víctimas son niñas, la mayoría de los agresores son hombres. Si se tratara de un acto que se repite, si las víctimas se erigieran en victimarios, sería básicamente un crimen de mujeres hacia mujeres pero no es así. La mayoría de los agresores son hombres y abusan principalmente de niñas, aunque también en gran medida abusan de niños. Mientras que las agresoras mujeres, que son menos en número, generalmente abusan de niños y, en un porcentaje menor, lo hacen contra niñas.

Un adulto que ha sufrido ASI sabe lo mucho que duele, conoce el inmenso daño que causa y por ello, es más probable que un sobreviviente se vuelva protector de los más vulnerables, antes que agresor. Es cierto que hay agresores que fueron abusados en la infancia, pero eso es colateral pues son tantos los niños y niñas que sufren abuso sexual que le puede ocurrir a cualquiera. De modo que al platicar con adultos de todas las condiciones encontramos que muchos de ellos han sido abusados alguna vez. Es común escuchar a alguien decir a mí nunca me pasó pero… y entonces dan cuenta de agresiones sexuales en la infancia que han tratado de minimizar pero jamás han olvidado.

El agresor no es un enfermo mental ni un desconocido. El agresor es alguien en quien el menor confía. Es alguien que se supone, ama al infante y que muchas veces es el responsable de su seguridad. El agresor sexual está cerca del niño o niña y busca la manera de estar cerca de niñas y niños y ganar su confianza para poder perpetrar su crimen.

En algunos casos el agresor tiene rasgos psicopáticos, particularmente cuando abusa de sus propios hijos; sin embargo, es alguien cuya salud mental se encuentra dentro de parámetros considerados normales. El agresor ejerce un acto de poder más que un acto sexual y asegura que tiene derecho sobre mujeres, niñas y niños.

El agresor no se cura ni se redime. El agresor, al ser una persona aparentemente normal, puede convencer fácilmente a los profesionales de la salud mental que ha cambiado, que está curado, a fin de que se le permita acercarse nuevamente a los infantes y siempre que tenga la ocasión, volverá a abusar de niños y niñas.

Nuestro papel, como sociedad, es abrir los ojos, hablar del ASI, creer a los niños y niñas, protegerlos y enseñarles a protegerse; no obstante, un niño o niña difícilmente pueden defenderse de un adulto y más si ese adulto es una figura de autoridad: el padre, el maestro, la niñera; alguien a quien el niño o niña debe respetar y obedecer. Muchas veces el infante no tiene a quién recurrir porque está inmerso en un círculo abusivo e incestuoso. La sociedad debe estar preparada para detectar y apoyar a estos pequeños para sobreponerse a los efectos del ASI.

Efectos que son muchos y muy profundos, que se reflejan en todos los aspectos de la vida de una persona, pero en la medida en que el niño o niña se sienta protegido, creído, apoyado, escuchado, validado, podrá sanar mejor y superar el dolor, la vergüenza, la culpa, el miedo y la desconfianza que genera la peor de las traiciones.

RELATO DE UN SOBREVIVIENTE

ANONIMO.

"Miro mi puño, mi mano es pequeñita y mis dedos son cortitos y regordetes. Veo tu mano. ¡Es enorme! Tus dedos son tan fuertes y grandes. Es una mano poderosa. Me siento segura cuando esas manos me envuelven. Me encanta que me levantes con esas manos y me lleves directo a tu pecho. Cuando me abrazas me siento protegida.

Algún día seré grande y ojalá fuera como tú. Fuerte, poderosa. Todo lo sabes y todo lo puedes.

Me encanta mirar al mundo desde acá arriba, cuando me cargas, todo se ve pequeño y distante. Nada me puede lastimar ni hacer daño. Aquel perro ladra y ladra pero no me puede alcanzar porque estoy en brazos de papá. Desde acá arriba también todas las cosas interesantes que me gustaría probar, tocar, tener. Cuando camino junto a ti no veo nada, todo me queda arriba pero cuando me cargas, veo todo lo que el mundo tiene para mí.

Cuando mi carita pequeña va a lado de tu cara me imagino que soy de tu tamaño y que soy fuerte como tú. Quiero crecer y ser como tú.

Hace tiempo que no me abrazas papá. Hace tiempo que llegas del trabajo y te plantas frente al televisor. Ya no me haces caso y cuando trato de llamar tu atención me dices que me calle. Te extraño tanto papá. Yo sé que ya no me cargas porque peso mucho, pero me encantaría que me dejaras sentar en tus piernas y que me platicaras de las cosas que no entiendo como hacías antes.

Hoy me pediste que me acercara. Mi corazón di un vuelco y corrí hacia ti. Me abrazaste como hace mucho que no hacías. Tus brazos me apretaron fuerte contra tu pecho y me sentí tu niña otra vez. Pero tus manos han empezado a tocarme de una manera distinta, no me gusta como me tocas, no me gusta lo que me estás diciendo ¿Por qué me tocas así? ¿Por qué me dices esas cosas papá?

Estoy en mi habitación y escucho tu respiración al otro lado de la puerta. Quisiera darme un baño pero no quiero salir. No quiero quitar el seguro de la puerta. No quiero existir. "

RELATO DE UN SOBREVIVIENTE ANONIMO

ANONIMO:
Esta es mi historia, la historia de como todo comenzó, la historia del dolor mas duro y profundo que jamas eh sentido...
todo comenzó como un día cualquiera, solo en mi casa como cualquier otro, lleno de inocencia, lleno de pureza, jamas me iba a imaginar lo que ese día pasaría, mi madre jamas pensó que la ausencia seria la culpable de lo que a partir de ese día me sucedería, de solo recordarlo las lágrimas brotan de mis ojos, era tan puro, tan ignorante, tan inocente, con solo 5 años de vida, tenia que cocinar-me y valerme de mi mismo, todo un hombre cito decía mi mama, tan chico y ha tenido que madurar tan rápido, solo fui víctima de las acciones de un mundo corrompido, mi soledad me hizo refugiarme en mis "amiguitos" vecinos de la cuadra, niños y adolescentes que valiéndose de que mi casa estaba sola siempre, aprovechaban para divertirse y que mas daba si me daban compañía y aparentaban quererme, me convertí en su "sirviente" el que les trae el agua y trae papas, pero ese día, nadie fue, solo unas sombras de soledad y maldad pidieron entrar, mi necesidad por compañía dejo pasar a esos monstruos con forma de adolescentes, aprovechando de la necesidad de cariño y afecto que en mi existía, me pidieron favores que pronto se convirtieron en peticiones, quítate la ropa decían, el pudor y la vergüenza surgían en mi, pero la insistencia de ellos y los chantajes por cariño me orillaron a hacerlo, aun recuerdo con pesar esas manos ensuciando mi cuerpecito, esa boca envenenando mi piel, esas palabras hirientes que me hacían sentir lo peor del mundo, ese sentimiento de inferioridad y dolor que no me dejaba hablar, ese miedo que no me permitía gritar y pedir auxilio, ese cuerpo sobre el mio aplastándome y no dejándome respirar, mientras lloraba e intentaba agarrar aire, solo podía sentir su respiración y las palabras que el me decía, al terminar su faena solo se vistió y se fue, dejándome ahí tirado, llorando implorando piedad, me sentía sucio, usado, sin valor, sin importancia, sin nada por lo que valiera la pena mi vida, los días pasaron y el seguía visitándome, a veces me hacia sentir especial, el decía que me haría "famoso nuestras películas cada vez salían mejores decía", y mi sentimiento de culpa y miedo, crecía, era como un títere al que le decían que hacer o a donde moverse, pensar en esto me hace recordar todas las noches en que le pedía a una estrella que lo hiciera desaparecer, que regresara el tiempo a cuando todavía estaba "completo", a esos momentos cuando me tocaban y le pedía a superman llegara a salvarme, a ese rato en el que le rogaba a dios un milagro!, pero saben ese milagro, deseo y salvamiento jamas llego, siempre estuve solo, el tiempo paso, los días seguían igual, las practicas aberrantes continuaban día con día, hasta que los gritos de dolor y sufrimiento mientras me sentía desgarrado por dentro lo hicieron detenerse, lo hicieron temer y dejarme solo, ese fue el ultimo día que me toco, pero los abusos verbales y físicos continuaban, las amenazas seguían, los golpes, las humillaciones, con el tiempo me aleje de los hombres, pues a todos les temía, sentía que todos me lastimarían, eso me hizo víctima de humillaciones y groserías, pues no es normal que un niño se rodee de puras niñas, pasaron dos años, el sentimiento de malestar y dolor seguía latente, la suciedad habitaba en mi y llego mi "tío" ese de toda confianza, el que me cuidaría para que no estuviera solo, el que me trataba con amor y cariño el que me hizo olvidarme de todos mis problemas y me amaba por sobre todo, el decía que sus amigos eran muy buenos, que me querían, que no me lastimarían, me comenzó a indicar que les hiciera caso en todo y se iba, me dejaba a su merced, los amigos de mi tío eran buenos, me decían cosas bonitas, me hacían sentir "especial" y de repente comenzaron a tocarme, a acariciarme a decirme que me amaban, y yo ahí con ese vació interior, esa necesidad de cariño, esa sensación de malestar, ese dolor al sentir cercanía, varios fueron los amigos de mi tío, que peleaban por estar conmigo y yo el objeto solo esperando por mi próxima humillación, esperando por mas dolor y sufrimiento, esperando por lo que venia, al final de nuevo amenazas, de nuevo dolor, de nuevo temor y sufrimiento, mi adorado tío, quería que guardara silencio, a cambio de regalos, de dulces a cambio de mi inocencia, este secreto hasta ahora sigue oculto, sigue solo en mi mente, sigue siendo solo mio, el dolor que me causa es indescriptible, el sentimiento de malestar y sufrimiento sigue tan latente como hace varios años, recuerdo todo como si hubiera sido ayer, el suicidio fue mi opción mas cercana, jamas lo logre, supongo soy demasiado cobarde para hacerlo, sigo vivo, pero muerto por dentro, como un caparazón hueco, sin esperanza para ser llenado, lo que me robaron fue lo que jamas se debería de perder, me robaron la inocencia, ese hueco sigue y quedara en mi, pero sigo sobreviviendo, sigo respirando, lo que indica que sigo estando vivo y mientras mi corazón no deje de latir, jamas dejare de luchar por que esto no vuelva a suceder, por eso digo no al ASÍ, gracias...
los días pasaron, la depresión seguía, cada día me encontraba mas sumido en una gran tristeza y desolación, hasta que decidí hacer algo por mi mismo y comencé a contar mi experiencia a la gente de mi mayor confianza, a mis mejores amigas, la verdad no fue la mejor idea, de esas 4solo me quede con 1 sola pero la verdad es la mejor amiga que pude pedir, su cariño, confianza, amistad, me ayudo enormemente a salir adelante, de ahí me uní al grupo de apoyo que me sacaría un poco mas del hoyo en el que me encontraba, ahí me ayudaron como jamas pensé que alguien lo haría y me consiguieron una terapia a la cual mi mejor amiga me acompaño, es tubo a mi lado en los momentos mas difícil y eso es algo que le agradezco infinita mente, los amigos que hice en el grupo de apoyo, han sido los mejores amigos, hermanos y apoyo que me pude encontrar, día a día despierto con monotonía y tristeza, pero conforme el día pasa, las cosas mejoran, sueño con el día en el que pueda despertar sin el recuerdo en mi mente, pero se que se puede así como eh mejorado se que puedo mejorar mas y si no lo olvidare, si aprenderé a vivir con ello y saldré adelante por que soy hombre, soy sobreviviente y merezco ser feliz.

El otro femicidio

Lorna Norori Gutiérrez

“Sé que estoy viva porque respiro, a veces hasta tengo problemas para respirar y siento que me ahogo; pero también siento que con todo lo que me quedó no tengo vida y tampoco tengo ganas de vivir…. antes no lo entendía, ahora sé que es porque el abusador no solo me abusó, si no que me quitó mi vida”.

Ésta es la expresión de una mujer que vivió abuso sexual en su niñez, en ella se deja ver su dificultad de vivir una vida digna y feliz. Regularmente, las mujeres que llegan a consulta hablan de la vida como algo que les ha sido arrebatado, sintiendo que lo que viven no es vida, que no vale la pena vivir o que no merecen vivir. Y no pocas han realizado intentos suicidas.
Efectivamente, el abuso sexual toca la vida de las personas; por eso, como parte de la secuela traumática sienten que no vale la pena vivir, que están muertas en vida, que el abuso sexual les robó la vida.

Cotidianamente veo estas situaciones en la consulta y ahora me decido a escribir sobre el tema, para llamar la atención sobre la forma en que viven las personas que han sufrido este horror, mientras por otro lado, hay una atención tan limitada y se mantiene una actitud displicente en las personas y las instituciones que deben atender esta problemática.

El femicidio es la muerte de las mujeres por la única causa de ser mujeres, en que se trata de hacer más evidente el poder de dominio del agresor, donde ellos muestran desprecio por la vida de las mujeres. Cuando las sobrevivientes comienzan a llegar a la consulta, siempre me preguntó ¿Acaso el abuso sexual no será una forma de femicidio? ¿Acaso el abusador sexual, en su propósito de ejercer poder de dominio sobre una niña o una adolescente, no está limitando la vida de una persona?

Los miedos, la autoculpabilización por no haber podido evitar el abuso, la confusión afectiva, el sentimiento de estar sucia, de ser diferente, de haber “nacido mal”, el obligado autocontrol para no hablar del abuso y que les lleva a guardar silencio por años, el sometimiento al abusador, la tristeza, el dolor psíquico, la afectación de su sexualidad que les lleva a vivir inhibición o excesos sexuales; la culpa que sienten por estos excesos, por ser “inválidas”, el rechazo de su propio cuerpo que les lleva muchas veces a autoagredirse, el enojo con la vida, la vulnerabilidad y el riesgo de vivir nuevas situaciones de violencia.

¿Cómo puede una persona vivir de esta forma y además asumir cotidianamente que todo “está bien” en ella? Frecuentemente se asume que el abuso es algo abominable, he escuchado que se refieren a niñas y niños como “pobrecita” o “pobrecito”, las expresiones están más orientadas a la vivencia del abuso y no a las secuelas traumáticas que éste genera.

Las secuelas que deja el abuso sexual merecen que el agresor purgue una pena de cárcel larga, para así aprender que ha destruido una vida. Pero la realidad es que muchas veces se deja en la impunidad al abusador, sobre todo si es alguien que tiene poder. ¿Es que la vida de una niña o adolescente vale poco o nada?

Igualmente, en las instituciones del Estado se asume que el problema se termina con algunas visitas a la psicóloga, no importa si ella tiene o no alguna preparación para atender personas que han vivido abuso sexual.

Cuánto puede afectar el abordaje de los medios de comunicación y limitar a niñas, niños y adolescentes para que denuncien el abuso sexual, cuando tienen tanto temor de verse expuestas/os, como lo hacen algunos medios de comunicación, de tal forma que continúan atrapados en el silencio impuesto por el abusador.

En esto hace falta valorar cuál es la afectación que genera el abusador con el abuso sexual, cómo limita la vida de una persona, cómo la marca desde su esfera cognitiva, desde su voluntad, sus emociones y sentimientos y desde su sexualidad. Es decir, desde toda su vida, hasta hacerla sentir que no vive o que es mejor estar muerta.

Pienso que es una responsabilidad de todas/os en esta sociedad, poder entender la trascendencia del abuso sexual en la vida de una niña ó adolescente; que luego se convertirá en joven, adulta, mujer de la tercera edad y que la carga del abuso sexual para ella continua. Entonces, es verdad que estamos ante otra forma de femicidio, y que la vida de las mujeres está siendo despreciada.

Todas y todos debemos juntar mejor los esfuerzos para apoyar a las personas que han vivido abuso sexual, para visibilizar de la gravedad del problema, para hacer más efectiva la prevención desde la casa, la escuela, la comunidad, las instituciones, las organizaciones y el Estado en su conjunto; para ofrecer una atención de mayor calidad y reconocer todo lo relacionado al abuso sexual como problema de salud pública de quienes han estado ante este femicidio.

Puedo asegurarles que esto es lo que esperan las sobrevivientes de abuso sexual, para poder sentir que vale la pena y es posible volver a vivir.