jueves, 26 de julio de 2012

Pedofilia: Una Pesadilla Infantil


PedofiliaLa última generación del siglo XX no está a salvo en su hogar, en su escuela, ni siquiera en un templo. El uso de infantes para la satisfacción sexual de adultos es un problema psicosocial que ha aumentado dramáticamente en las últimas décadas. Se ha llamado pedofilia o pederastia a la experiencia del adulto que siente excitación y práctica relaciones sexuales íntimas con un niño. Parte de la problemática que involucra este fenómeno es la dificultad para asegurar la credibilidad de los hechos cuando se trata de comportamientos que no dejan huella como los contactos sexuales sin violencia; la duda de proporcionar al ofensor un tratamiento o enviarlo a prisión, así como la determinación de las causas de los victimarios.
Hoy por hoy, se ha encontrado que la mayoría de las víctimas son mas niñas que niños y que 9.5 de cada 10 casos dicen la verdad, al contrario del caso de los ofensores que en la misma proporción niegan su participación, y acusan a la ofendida de inventarlo o fantasear el supuesto abuso.
A veces, no es más que por el sufrimiento del menor y el testimonio de profesionales de la salud, en los que la ley se apoya para determinar la veracidad del abuso. Sin embargo, el problema con la ley es que en algunos casos, si no existen signos de la ofensa sexual, la penalización no procede.

Teorías
La conceptualización del abuso sexual es otro problema. Algunos profesionales, especialmente los que se relacionan con la consignación del ofensor, descartan por principio que se trate de un problema de salud mental o sexual; si así se considerarse, tuvieran un elemento a favor los victimarios por el que no pudieran consignárseles a las autoridades.
Las teorías organicistas hablan de niveles supra normales de hormonas que provocan la excitación en prácticas anormales. Tratamientos que reducen la hormona virilizante (Pawlak 1987), disminuyendo conductas desviadas comprueban que efectivamente puede existir un factor biológico en el problema del abuso sexual de niños.
Teorías de aprendizaje, tratan de explicar el problema, mencionando que cada uno posee un mapa afectivo cuyo desarrollo puede ser interferido durante la infancia, provocando las parafilias (nombre actualizado de las perversiones o desviaciones sexuales).
Teorías psicodinámicas también acusan a entorpecimientos en el desarrollo infantil, a los deseos frustrados o a los problemas con los padres, la gestión de las desviaciones sexuales.
Tal vez son Marshall y Barbaree (1990) que presentan el modelo global que mejor explica las desviaciones sexuales o sexopatias, eludiendo a una predisposición no aprendida del hombre a la agresión sexual, predisposición que podría moderarse en la socialización, de modo que pobres paternidades conforman un riesgo que se incrementa con actitudes socioculturales negativas, o ante el uso de la pornografía.
Otras teorías, como la de Cohen, subrayan que el sentido del abuso sexual puede ser agresivo, cuando el propósito es humillar, ensuciar; sexual, cuando la agresión está al servicio del deseo sexual; y sádico, cuando debe estar presente la violencia para que la excitación ocurra.

Datos reveladores
Los pocos datos existentes sobre el tratamiento de los ofensores sexuales reportan la existencia de por lo menos otra parafilia o desviación, lo que señala que la pedofilia puede no ser el único desorden de los abusadores sexuales.
Existen ofensores que agreden a un familiar y otros que abusan de desconocidos. En el caso de los ofensores incestuosos, se ha encontrado que cometen más actos sexuales por víctima, a diferencia de los no incestuosos, los que abusan de más victimas una sola vez cada una. Otro dato importante es que las víctimas muchas veces son agredidas por más de un ofensor.

Factores de riesgo
Los interminables casos de abuso sexual infantil reportados a diario por los medios de comunicación hacen urgente la creación de medidas preventivas y correctivas del problema. Ha sido motivo de mucho interés de los profesionales, así como de los padres de familia, informarse exhaustivamente sobre el problema, empezando por saber si unos niños má que otros están mayormente expuestos al abuso sexual.
Se ha encontrado que las niñas están más expuestas que los niños, aunque la incidencia de abuso en varones se ha incrementado recientemente. Son las niñas que están separadas por alguna razón de su madre o que tienen pobres relaciones con ella, las que tienen mayor riesgo.
Estudios enfocados a cómo seleccionan y reclutan los ofensores a las victimas hablan de vulnerabilidad por la que tienen acceso sexual y pueden mantener control. Esta vulnerabilidad se expresa en características emocionales, como timidez, tristeza, desamparo y factores circunstanciales, como soledad y desprotección.
Otro elemento que puede considerarse de riesgo relacionado con el abuso sexual, presente en la mayoría de los casos de pedofilia, es la relación de autoridad y confianza del ofensor con la víctima, lo que propicia un factor sorpresa que impide al niño hacer otra cosa que permitir el abuso.
Por parte del pedofilia, también se han identificado factores desencadenantes del abuso sexual infantil, como la existencia de una determinada motivación o necesidad que encuentra bloqueada su satisfacción por otras vías; la presencia de deshinibidores como la pornografía, fantasías sexuales, alcohol, desorden mental; una historia de abuso sexual; así como la oportunidad en un momento de imponerse ante un niño.

Perspectiva del problema
La identificación de un perfil del pedofilia y factores de riesgo de la víctima son puntos clave de la implementación de programas preventivos del abuso sexual.
Para el tratamiento correctivo, el entendimiento de la naturaleza del abuso sexual infantil requiere la perspectiva de la víctima y del ofensor. De poco sirve el sistema carcelario durante algunos años si el pedofílico sale para perseguir a otro niño.
No se trata de elegir entre la cárcel o el hospital psiquiátrico. Existe la necesidad urgente de implementar un tratamiento que dentro del penal se torne obligatorio para que de alguna forma garantice la rehabilitación del ofensor, y por supuesto, reformas a la ley para que el niño sobreviviente del abuso sexual ejerza su derecho a una terapia que les sane su sexualidad y su espíritu.