lunes, 15 de febrero de 2010

concientizar asobre este tipo de conducta.

El Lunes pasado tuve la oportunidad de ver un programa muy interesante en el show de Oprah en donde entrevistaron a cuatro depredadores sexuales masculinos de diferentes edades y en donde aprendí muchas cosas sobre la dinámica de trabajo de ellos que voy a utilizar para propósitos de este artículo tratando de concientizar a nuestra población sobre este tipo de conducta.

El propósito de Oprah, de la psicoterapista de estos depredadores y de ellos mismos fue el de hacer un programa informativo y educacional para la audiencia.

En todos y cada uno de los segmentos ellos expusieron acerca de sus vidas, si ellos mismos habían sido violados por algún familiar o conocido de la familia, cuantas víctimas habían tenido y de que edades habían sido sus víctimas.

Fueron cuatro ofensores sexuales que comentaron sobre esto, dos de ellos habían sido violados de jóvenes, uno de ellos repetidas veces por miembros de su familia o conocidos, el otro una sola vez, sin sentir nada, conllevando a una vida de adicción al alcohol, drogas y pornografía de mujeres jóvenes de dieciocho años o menores que “legalmente” se hacían pasar como si lo fueran.
Del grupo fueron dos los que comentaron no haber sido violados, pero sin embargo los dos llevaron una vida de negligencia por parte de sus padres con carencia de atención y cariño por parte de sus padres, incluso uno de ellos había sido abandonado por sus padres y se había criado en hogares putativos en donde utilizaban el castigo corporal para corregir su mala conducta.
Las víctimas de todos ellos fueron menores de edad entre los cinco a los diecisiete años de edad, fueron víctimas que confiaban en ellos, y en la que ellos de una manera u otra ejercían el control y la manipulación para lograr sus objetivos. Una de las víctimas, una niña de cinco años le llamaba a violador sexual: “abuelo”, porque aún sin serlo, los padres confiaron en él y dejaban a la niña bajo el cuidado de él  y su esposa (quien estaba enferma), el aprovecho esto para engañar a la niña y lograr sus objetivos.
El otro repetidamente toco inapropiadamente a su hija, una niñita de 12 años.
El tercero abusó de un familiar muy cercano suyo desde que la niña tenía cinco años hasta que cumplió diecisiete cuando tuvo el valor de finalmente confesar lo que le había estado ocurriendo durante el transcurso de todos esos años.
El cuarto buscaba víctimas adolescentes desde los doce a los catorce años y ejercía el mismo tipo de control en ellas.
Los cuatro concordaron en que los padres deben estar alertas a lo que les sucede a sus hijos, y de que cuando los niños deciden hablar y decir que alguien los ha estado tocando inapropiadamente o expresan algún tipo de cambio negativa en su conducta prestar atención a lo que están diciendo.
Entre sus víctimas se encuentran niños/niñas vulnerables, con baja autoestima, con poca confidencia en sí mismos, niños/niñas que son víctimas de negligencia o poca atención por parte de sus padres, niños/niñas que se sienten solos y no tienen a nadie a quien contarles sus problemas, de estos puntos débiles es de donde estos ofensores sexuales se aprovechan y no pierden la oportunidad de atraer a sus víctimas llenando falsamente todas estas expectativas, acercándose paulatinamente y “afectuosamente” a ellos hasta lograr sus bajos objetivos.

Como estos ofensores sexuales confesaron ellos no se acercan a niños/niñas emocionalmente saludables, que guardan una buena comunicación con sus padres, niños completamente confidentes de sí mismos, que tienen una buena auto estima personal, porque estos ofensores saben que con ellos tendrían que trabajar un poco más corriendo el alto riesgo de que estos niños/niñas hablen y les cuenten a sus padres o estos mismos descubran lo que les está pasando a sus hijos.
Ellos añadieron que depredadores sexuales no están al acecho de sus víctimas detrás de los arbustos, ellos lucen y actúan como cualquier otra persona normal, pueden ser tíos, primos, sobrinos, padres, padrastros, novios que tienen tendencia a abusar sexualmente de las personas.

Estos ofensores sexuales reportaron el estar al tanto que no solo es el hecho de violar o de molestar sexualmente a estas víctimas, pero es el dolor y el sufrimiento que causan en sus víctimas de por vida. Uno de ellos mencionó que el dolor que le había causado a su víctima es irreparable, porqué a pesar de que su familiar lo había perdonado y él había formado parte de su terapia, a pesar de que esta persona estaba físicamente aquí, el daño causado es irreversible. El mató a la persona que su víctima pudo haber sido.
Mi experiencia trabajando en este campo me hace decir que son pocas las víctimas que trabajan arduamente en el proceso de su recuperación y llegan a ser individuos respetables de su comunidad, La gran mayoría de ellas viven una vida atemorizada, llena de inseguridades, no toman riesgos propios, no pueden dormir, sus hábitos alimenticios no son los más saludables, constantemente son diagnosticadas con desórdenes alimenticios, y otros tipos de trastornos psicológicos que afectan tremendamente su manera de vivir.
Esto es lo que comúnmente nuestras terapistas lo conocen como “Post Traumatic Stress Disorder, PTSD” – trastorno por estrés postraumático, me arriesgaría a decir que muchas de estas víctimas de no seguir un tratamiento psicológico adecuado no llegan a vivir una vida plena emocionalmente saludable.

Esto es parte de los servicios que ofrecemos aquí en el Concilio de Rappahannock Contra el Abuso Sexual, RCASA por sus siglas en inglés (Rappahannock Council Against Sexual Assault).
Si usted o uno de sus familiares o alguna persona a la que usted desee ayudar necesitan obtener más información sobre nuestra terapias relacionadas al Trauma o trastorno por estrés postraumático, por favor llamen a nuestra línea de ayuda al 540-371-1666 y pidan hablar con alguien en español si lo desean.
Estamos interesados en prestar nuestra ayuda para una salud emocional saludable.
Todas nuestras conversaciones son confidenciales.
Hasta la próxima, no sin antes decir que tratemos de mantener la línea de comunicación abierta con nuestros hijos, brindándoles cariño y comprensión, hagamos de ellos personas confidentes para mantener  estos ofensores sexuales lejos de ellos. No olvidemos que nuestros hijos son nuestro mejor tesoro.
Giovanna “G” Carney, Respondiendo a Crisis Hotline: (540) 371-1666 Office: (540) 371-6771 Fax: (540) 371-9803 http://www.rcasa.org/

Ayude a víctimas del abuso sexual


Ayudamos a las personas que fueron víctimas del abuso sexual, y cargan con ese dolor, completamente solas.
Es lamentable, pero quienes son víctimas de abuso sexual, por lo general, lo guardan, no lo cuentan y no ponen las denuncias del caso.
Lo que no solo hace que tengan que sufrir el trauma por el abuso en sí en solitario, sino también a "convivir" con el síndrome post traumático, por sí solas.
El primer paso para sentirse mejor debe ser siempre, no callar y nunca cargar con la culpa.
El síndrome de estrés postraumático, es un trastorno psicológico que aparece como consecuencia de la exposición a un evento traumático que involucra un daño físico. Es una severa reacción emocional a un trauma psicológico extremo, como por ejemplo, un abuso a la sexualidad e intimidad de una persona.

La confianza y el ambiente donde la persona se sienta en la libertad de contar lo sucedido son de suma importancia, si es forzada de alguna forma, existe una gran probabilidad que se retracte luego o varíe las versiones de lo sucedido.
Las sobrevivientes de abuso sexual, tienden a cambiar de manera drástica su manera de comportarse, pueden tanto retraerse como irse al extremo contrario y simplemente salir más de la cuenta exponiéndose a situaciones de riesgo, para evadir lo sucedido. Aunque las madres suelen notar los cambios de comportamiento, ellas también entran en un proceso de negación.

Abusadoras sexuales


 Las secuelas que se encuentran en ellas a partir del abuso sexual, también son muy similares a las que presentan niñas, niños y adolescentes cuando han vivido el horror del abuso por parte de un hombre.

regularmente se asume que quienes abusan sexualmente son hombres, y aunque no puede decirse que hay tantas abusadoras sexuales como hombres, lo que debe afirmarse es que también hay mujeres que abusan sexualmente de niñas, niños y adolescentes, que igual son personas cercanas, que se valen del afecto, la autoridad y la confianza para abusar.

He encontrado en las personas que han vivido abuso sexual por parte de mujeres, que a la confusión afectiva y la sensación de no saber lo que ocurre, sintiendo que no está bien para él/ella; se añade la confusión porque sea una mujer. En este aspecto, muchas veces las/os sobrevivientes echan mano de la disociación y llegan a considerar que la experiencia vivida fue desagradable, pero no lo reconocen como un abuso.
En el caso de los hombres, por lo regular el abuso se esconde en la reafirmación de la virilidad; pues casi siempre llegan a asumir que el abuso ha sido su iniciación sexual temprana, con una mujer mayor, obviando que esta experiencia les causó temor, angustia, vergüenza y que no fue una vivencia agradable, voluntaria, consciente y responsable.
Estos elementos también reafirman el mito, pues como dije, se asume que quienes abusan generalmente son hombres. Aun en la consulta, las mujeres regularmente identifican más el abuso vivido por parte de un hombre y es hasta mucho tiempo después que se refieren al abuso sexual vivido por parte de una mujer. Si a esto agregamos que puede ser una persona afectivamente cercana, -la hermana, la tía, la madre- se encuentra una mayor negación del abuso.

Reconocerlo significa un profundo dolor psíquico, considerarse aun más “rara”, por resultar atractiva a otra mujer, lo que conlleva a ser “más culpable” y sentirse más “sucia”, porque no solo son hombres los que han abusado, sino “hasta las mujeres”.
Entonces se puede ver que hay una condición traumática que alcanza para que se sientan estimagmatizadas/os, traicionadas/os, impotentes y en el caso de la sexualización traumática, he sido testigo de una gran confusión; que no es nada diferente a la que viven cuando se trata de un abusador sexual.

En esta última secuela, no se trata de lo que desde el mito se ha asumido históricamente, diciendo que “se hizo lesbiana porque fue abusada por una mujer”. Muchas de estas sobrevivientes –igual que cuando han sido abusadas por un hombre- se reconocen heterosexuales y la vivencia de la sexualidad no es nada satisfactoria, pues igual pueden sentir total inhibición ante la experiencia de la sexualidad, o en otras los excesos sexuales pueden llegar a la promiscuidad.
Aun las que se asumen lesbianas, refieren una vivencia no satisfactoria de su sexualidad, presentando características como las mencionadas anteriormente con heterosexuales. La diferencia es que ellas se sienten más culpabilizadas y estigmatizadas, pues además de sentirse culpables del abuso, por no “funcionar bien sexualmente”, se agrega la discriminación social que cotidianamente viven por ser lesbianas.

Esto trata de graficar lo inhumano del abuso sexual, lo aterrador que resulta para quienes lo viven y la forma en que puede marcar la vida de las personas. Como sociedad tenemos un compromiso con las personas que lo han vivido, evitando profundizar la estigmatización; así como con nuestras niñas, niños y adolescentes para prevenirlo, para evitar que vayan a vivir este horror.

Desde el Movimiento contra el abuso sexual, queremos decir a las sobrevivientes que no hablan de la experiencia que han vivido por parte de una mujer, que sabemos lo difícil que es hacerlo, pero que esto trata de promover sus fortalezas para romper el silencio.

A las madres y padres de familia, que siempre es importante la credibilidad a niñas, niños y adolescentes, cuando refieren estar viviendo una experiencia de abuso sexual, no importa si es un hombre o una mujer quien lo comete, el abuso sexual es un horror que debemos evitar.